Un Mar Muerto, que en la orilla jordana no es más que un estercolero en el que no queremos pensar qué te puedes encontrar flotando cerca de los desagües de los hoteles…
Nota: Debido a que no se visualizan todas las entradas y las más antiguas quedan ocultas utiliza el "Archivo del blog" para entrar a todas las entradas. "Jordania" tiene 7 entradas y están numeradas y ordenadas de más recientes a más antiguas.
El cambio de Egipto a Jordania ha sido brutal. En todo. No queremos ser excesivamente duros en el relato de NUESTRA experiencia con los jordanos pero es nuestro deber transmitirla tal y como está siendo.
La pasión y adicción de los jordanos al dinero es enfermiza. Hasta el apuntador trata de engañarte y timarte. Resulta cansino regatear todo, desde un taxi, un kebab, una habitación, una lata de atún o una miserable botella de agua. Un mismo tendero te cobra distinto por la misma compra hecha en dos días distintos. El director del supermercado, al vernos entrar, sale de su oficina, despacha al cajero y se pone en la caja para pegarnos el gran palo. Cuando preguntas el precio no te dicen lo que realmente cuesta, te miran, piensan cuánto pueden sablearte según tus pintas o procedencia y entonces disparan.
Este es el precio del turismo masificado. Mientras haya gente que lo pague, seguirán con esta práctica.
A nosotros nos da cien patadas pasar por el aro, así que habrá que seguir luchando cada dinar hasta pasar la frontera. El norte, menos turístico, es algo diferente, y por lo menos hemos encontrado sitios honrados.
Metro arriba, metro abajo el altímetro del cuentakilometros no falla, estamos debajo del nivel del mar
Asalto a Petra
En Sinaí, conocimos a dos fotógrafos rusos que hacían un reportaje sobre el monaterio de S. Catalina. Bebiendo unos tes al lado del fuego, hablando del rumbo que tomaría cada uno, nos comentaron que había una ruta a través de las montañas para entrar a Petra sin pagar entrada. Dibujamos un pequeño croquis con las indicaciones y nos olvidamos del tema.
El caso es que nada más poner pie en territorio jordano, nos empezaron a robar por todos lados sin piedad. Los precios son de echarse a temblar, nos vemos obligados a regatear hasta por respirar, pero si en otros países resulta hasta entretenido, aquí es bastante desagradable. Llegó un momento en que la idea de colarnos en el icono de Jordania se convirtió en nuestra pequeña revancha. Comentamos la "vía de los rusos" con dos catalanes que escalaban en Wadi Rum, y para cuando llegamos a Petra ellos ya habían triunfado.
Así que ya teníamos sherpas de lujo. Junto a una pareja de biciviajeros holandeses, fuimos descendiendo barrancos hasta llegar a la ciudad nabatea.
La historia no tuvo un happy-ending total, ya que hubo txibatazo y los maderos pillaron a Dani y a Bernat. Aitor se camufló como pudo en un grupo de japoneses (el más alto le llegaba al hombro) e Iñigo entraba por un sitio más discreto.
El caso es que anduvimos todo el día sin saber el uno del otro. Uno con la lata de atún en la motxila, el otro con el pan y el abrelatas.
Monarquía
Hemos descubierto a un pueblo que siente pasión por su monarca. Ponen fotos por todas partes: en la carretera, en mezquitas, en coches, en supermercados, en mercados, etc. También descubrimos un país dominado por una pocas familias que se reparten todo el pastel y con una corrupción que llega hasta qué jugadores deben ser seleccionados para la selección absoluta de futbol. Monárquicos y corruptos, buen cocktail…
No creo que nadie esperase palabras bonitas para con una monarquía desde CYCLOTHERAPY
wadi-rum Visitor Centre
Mohammed es joven y apenas vocaliza. Nos explica las posibilidades para visitar el desierto de Wadi Rum. Nos muestra los precios y nos dice: “los precios son oficiales, que nadie os cobre más, podéis dormir con los beduinos en el desierto tal y como lo vienen haciendo desde siglos”. Acto seguido sonríe, dejando entrever un diente de oro mientras arranca un Mercedes blanco.
Es imposible cobrar más, los precios están puestos para que nadie los baje, y las noches en el desierto durmiendo en el suelo y comiendo arroz con pollo cuestan lo mismo que una noche en un Hilton. Son beduinos, no tontos… Pero la cuestión es, son los beduinos unos ladrones avariciosos o los turistas unos catetos por pagarlo?
Teléfonos móviles
Es conocido el amor de la sociedad occidental por el teléfono móvil. Pero nos ha sorprendido que ese amor, en Jordania se podría calificar como religión. Hasta el beduino del rincón más apartado del desierto maneja un bitxarrako de 300 €. Y cuando no están hablando, están oyendo música, u oraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario